¿Cuál es la herramienta secreta de esos atletas que compiten en los Juegos Olímpicos? Sin duda, la dedicación. Siguen rigurosas dietas midiendo cada proteína y carbohidrato que consumen. Su fuerza de voluntad es envidiable a la hora de mantener una rutina de sueño estricta y una disciplina impecable durante meses. En esa dedicación está la clave del éxito, no solo para los atletas, sino para todos los que alguna vez se han propuesto alcanzar metas grandes.

Tiene sentido, entonces, que la dedicación también sea un ingrediente fundamental para que puedas organizar un evento de éxito. Por supuesto, esta no es la única destreza que necesitas desarrollar. El networking profesional, las estrategias de organización, la gestión de proyectos, la flexibilidad y la creatividad son cualidades igual de necesarias. Aun así, la dedicación es el elemento que hace converger las demás cualidades para ponerlas a tu servicio.

Ahora pregúntate: durante las fases de organización y ejecución de tus proyectos, ¿Con cuánta frecuencia sueles repetir las frases “por supuesto”, “sin duda” o “dalo por hecho”? Si lo haces, entonces seguro que las personas con las que estés tratando tendrán plena fe en tu dedicación y compromiso. Este tipo de mensajes positivos son fundamentales para generar confianza en tu estrategia y para transmitir tranquilidad durante el día del evento.

La dedicación que demuestres a tus clientes y asistentes también debe estar reflejada en tus acciones desde el primer momento. Una forma de lograrlo es identificando sus necesidades y objetivos, de manera que siempre tengas en cuenta aquellos puntos en los que se puede implementar una notable mejora que impacte positivamente en la satisfacción de clientes, socios, patrocinadores y proveedores.

Todo organizador de eventos es consciente del tiempo y energía que hay que invertir para obtener los resultados deseados. Por eso, siempre es necesario implicarse al 100% en cada uno de tus proyectos. Ese nivel de dedicación hace que muchos organizadores se refieran a sus eventos como su “bebés”, y como bien saben los que han tenido hijos, ver cómo se desarrollan y crecen es la mejor recompensa que puede haber.

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