Al contrario de lo que a priori podría parecernos por pertenecer naturalmente a un entorno digital, esta generación es muy proclive a participar en reuniones y eventos cara a cara, entre otros motivos, porque así contribuyen a mejorar sus habilidades profesionales y ampliar sus conocimientos –no olvidemos que el nivel de competitividad al que se enfrentan en el ámbito profesional es cada vez mayor-, a la vez que les supone la ocasión perfecta para hacer networking, aspecto enormemente valorado por esta generación.
En primer lugar, acercándose cada vez más a los llamados “eventos híbridos” en los que la audiencia trasciende de la sala de reunión y se compone también de todo aquel que decida participar en tiempo real a través de retransmisiones en streaming, publicaciones en blogs, redes sociales, apps, etc…por tanto, contar con capacidad tecnológica suficiente y personal técnico especializado es básico. En línea con esto, también resulta fundamental demostrar flexibilidad y alejarse de formalismos, que todo transcurra en un entorno cada vez menos encorsetado en el que se facilite la interactividad de todos los participantes. Finalmente, destacaría la importancia del componente experiencial. El Millennial aprecia sentir que cada evento en que participa es diferente e inspirador, algo se logra desde vertientes tan distintas como desarrollar la reunión en un lugar emblemático o simplemente con la customización del coffee break o la propia sala en función del cliente, siempre con un trasfondo de respeto al medio ambiente y sostenibilidad, aspectos que, por cierto, forman parte de sus vidas de una manera tan natural como la tecnología.
Desde luego, la principal barrera que encuentro es la falta de flexibilidad. El no ser capaces de romper con esa rigidez que quizá haya caracterizado a los eventos corporativos hasta hace relativamente poco tiempo. Por el contrario, todo lo que implique adaptarnos a cada público objetivo y convertirnos en generadores de experiencias memorables quizá, por qué no, acercándonos un poco más a lo lúdico, constituirá una ventaja frente a otros competidores. Todo ello dando por supuesto que cubriremos con solvencia el componente tecnológico, tanto a nivel técnico, como de soporte humano especializado.
Siguiendo con mi respuesta anterior, todo el que no consiga desarrollar eventos híbridos e interconectados en que, a su vez, se fomente la interactividad, la flexibilidad y la creación de experiencias, perderá competitividad y resultará menos atractivo como lugar de trabajo para las nuevas generaciones, frente a quien sí lo logre.
Un papel, sin duda, principal. Dado que para el Millennial su dispositivo móvil viene a ser prácticamente una extensión de la mano, resulta imprescindible incorporarlo al ámbito de los eventos corporativos de tal manera que permita la generación de comentarios en redes sociales, foros o blogs en tiempo real, la visualización de ponencias en streaming o, incluso, a partir del acceso a apps específicamente creadas consultar desde quién va a participar y cuándo hasta qué tipo de público ha acudido y con quién podría interesarme más hacer networking… además, cuanto más fomentemos el uso del móvil -estoy hablando desde el punto de vista del organizador-, más lograremos generar un “ruido” que nos permitirá aumentar la repercusión de nuestro evento.
En mi opinión, estos serían algunos de los puntos que no deberíamos olvidar:
Organizar eventos híbridos que combinen el ámbito presencial con el online, fomentando la interactividad entre los mismos.
En paralelo, desarrollar contenidos en webs/apps específicos y contar con personal especializado que se encargue de alimentar y gestionar estas plataformas.
Personalizar, en la medida de lo posible, la reunión de tal manera que se adapte al máximo a las necesidades del sector y la audiencia, con el objetivo de generar experiencias memorables e inspiradoras.
Tratar de ser flexibles. Huir de formalismos y dar pie al networking, fomentando que se produzca de manera fluida.
