Lugares emblemáticos que ver en Ginebra
El Parque Geisendorf es una amplia superficie verde te ofrece la posibilidad de una sesión de running matutina, si el gimnasio del hotel no ha sido suficiente para liberar tu energía. Esta zona, no obstante, también es la casilla de salida perfecta para nuestra ruta por la ciudad. Sigue el sendero que atraviesa el parque hasta llegar a Rue de Lyon y continúa por Rue Voltaire donde divisamos la orilla del río Ródano.
Las vistas te cargarán las pilas mientras atraviesas el cauce del río y llegas al otro lado. Es el momento de coger algo para comer por el camino en el Boréal Coffee Shop Stand, la tienda flagship de la marca. Disfruta de su acogedor local o de su agradable terraza.
A solo unos pasos del café encontrarás la Plaza de Neuve. Esta extensa plaza, frente a las antiguas murallas de la ciudad, te transmite la trascendencia cultural de Ginebra. El héroe suizo General Dufour se yergue orgulloso en el centro, rodeado de edificios como el Museo Rath, la Ópera y el Conservatorio, que bien merecen una visita si tienes tiempo para ello.
Pasea hasta el Parc des Bastions, donde hay dos visitas obligatorias que hacer en Ginebra: el Monumento Internacional de la Reforma, levantado en honor de Calvino, Guillaume Farel, Théodore de Bèze y John Knox, personalidades clave en la creación del Protestantismo y un tablero de ajedrez gigante, con piezas del tamaño de una persona. Sigue por el Paseo Treille, una preciosa vía arbolada, alejada del ajetreo de la ciudad. Cuenta con el banco más largo del mundo, de 120 metros de largo.
Dependiendo del hambre que tengas, el siguiente alto en el camino es el lugar ideal para sentarte a la mesa. Bourg-de-four es una coqueta plaza, amenizada con el relajante rumor del agua de las fuentes cercanas. Además, cuenta con varios restaurantes y cafés. También verás el Museo de Arte e Historia, un edificio con una fachada impresionante. De ahí podrás recorrer el famoso pasadizo secreto Degrés de Poules, que te llevará a la catedral de Saint-Pierre de Ginebra.
Este templo fue construido originalmente por la Iglesia Católica, pero hacia mediados del siglo XVI se convirtió en un lugar de culto protestante, con un interior minimalista según los preceptos calvinistas. Solo un espacio de su interior destila opulencia, la recargada capilla de Los Macabeos
También puedes adentrarte en los sótanos de la catedral y contemplar los pilares originales. O quizá disfrutar de las impresionantes vistas si te atreves a subir los 157 escalones de la torre. Para profundizar en la Reforma protestante, puedes visitar la Maison Mallet, justo al lado.
Volviendo en dirección al lago, otra de las actividades que puedes hacer en Ginebra es ver la Torre Molard, en la plaza del mismo nombre. Se trata de una fabulosa construcción de finales del siglo XVI. De ahí, sigue la rivera hasta otra de las vistas más icónicas de la ciudad: el Jet d’Eau.
En su origen era una válvula de seguridad del sistema local de suministro de agua, pero ahora es una de las atracciones turísticas más destacadas de Ginebra. Dispara más de 500 litros de agua a una altura de 140 metros, y eso que en su origen solo se levantaba unos 30 metros sobre el nivel del lago.
Continúa tu camino por el Jardin Anglais. Otro de los pulmones verdes de la ciudad que acoge un monumento floral a la tradición relojera suiza, L’Horloge fleurie. Deja el parque atrás y vuelve a cruzar el río por el Puente du Mont-Blanc. Toma la Rue de Servette, que te llevará de vuelta al hotel.