Cosas que hacer en Madrid: comer platos típicos de su gastronomía
El cocido madrileño es el plato típico por excelencia. En muchos restaurantes se ofrece un día a la semana en el menú del día. Los restaurantes en los que el cocido es más apreciado son: Lhardy (Carrera de San Jerónimo, 8), La Bola (calle La Bola, 5) La Gran Tasca (calle Santa Engracia, 171), con unas gigantescas raciones y en el que se puede comer debajo de una impresionante cabeza de toro, y Malacatín (calle de la Ruda, 5) . Cada uno de sus cocidos tiene su toque especial y diversas particularidades, además de precios adaptados a los diferentes bolsillos. En estos restaurantes también se pueden degustar callos, plato fuerte y sabroso. Tanto los callos como el cocido son de procedencia humilde, contundentes y deliciosos.
Otras dos preparaciones típicas que se consumen mucho durante las fiestas de la capital y que proceden de restos de cordero lechal frito a altas temperaturas, son las gallinejas y los entresijos. Hace bastantes años no eran platos muy apreciados y se consideraban comida de pobres, pero actualmente han recibido la denominación de origen de producto madrileño y se han convertido en un manjar de lujo que se ofrece en pocos lugares y a precios altos.
Los huevos rotos son otro plato básico muy apreciado en la cocina madrileña. El mejor sitio para degustarlos es Casa Lucio (Cava Baja, 25). En la misma calle también podrás encontrar una gran variedad de bares, restaurantes y locales enológicos en los que ir parando para probar sus especialidades.
Cerca de la Paza Mayor, en la calle Cuchilleros, 17, muy recomendable el restaurante Botin, en cuyo asador tradicional puedes disfrutar de un impresionante cochinillo asado. En este restaurante han comido muchas personalidades de la cultura, entre ellas los escritores Hemingway y Truman Capote.
Si te apetece comer de forma más informal mientras te refrescas con las típicas cañas (cervezas de barril tiradas con estilo y mucha espuma), puedes hacer un pequeño recorrido gastronómico por El Mercado de San Miguel. Está ubicado en la plaza del mismo nombre y se encuentra en un edificio precioso de cien años de antigüedad. Dentro hay una gran variedad de puestos con diferentes tipos de comidas y precios.