Dresde
Esta ciudad es uno de los lugares más famosos que ver cerca de Berlín. Se la conoce como la Florencia en el Elba, y el esplendor de sus edificios barrocos y rococó te transportará a una era de majestuosidad. Tras la Segunda Guerra Mundial, la ciudad se quedó en ruinas, pero gradualmente logró reconstruirse y recuperar el esplendor original.
Dresde es famosa por la comunidad artística afincada en el barrio de Neustadt y que aporta un aire creativo a sus calles con instalaciones artísticas, galerías, grafitis y fachadas llamativas. Te recomendamos que si has elegido esta ciudad para hacer una excursión de un día, apuntes en tu ruta la plaza Theaterplatz, la iglesia de Nuestra Señora, el palacio Zwinger, el Palacio Real y Fürstenzug.
La plaza Theaterplatz de Dresde está en pleno centro de la ciudad y en ella se encuentran monumentos históricos, palacios barrocos e impresionantes museos como el mural Fürstenzug que muestra obras de 35 prominentes artistas alemanes, el grandioso palacio Zwinger, la iglesia Hofkirche y la imponente ópera Semper. Cada uno de estos rincones cuenta una historia fascinante y es el telón de fondo idóneo para pasear y captar imágenes inolvidables.
La iglesia de Nuestra Señora (conocida como Hofkirche) es una catedral luterana completamente reconstruida que se alza como símbolo de la resistencia. Su cúpula de piedra ofrece vistas panorámicas a una altura de 67 metros, y en el sótano cuenta con un pabellón de exposiciones que narra la conmovedora reconstrucción de la iglesia después de la guerra.
El palacio Zwinger es una obra de arquitectura barroca del siglo XVIII y está construido alrededor de un jardín central. Este edificio alberga la galería Alte Meister y el Museo Meissen de la Porcelana. Impresiona en primer lugar por su densa ornamentación, en la que resalta la escultura que tiene como protagonista a Hércules y una terraza a la que se puede acceder para contemplar unas vistas panorámicas del Palacio Real.
El Palacio Real, denominado en alemán Residenzchloss, es la antigua residencia de reyes sajones. Se reconstruyó minuciosamente para que todos los visitantes hoy en día puedan maravillarse de su Bóveda Verde. Aunque está prohibido sacar fotografías, no deberías dejar de visitarlo. Una audioguía te relata la nutrida historia que encierran las paredes de sus habitaciones.
Y en último lugar, pero no por ello menos importante está Fürstenzug. Que es un impresionante mural de más de 100 metros que consta de 24 000 piezas de porcelana Meissen. Este destacado monumento es de visita obligada para todos los amantes de la historia por su gran belleza.
Las 24 000 piezas de porcelana Meissen cobran vida en este espectacular mosaico que representa a los miembros de la Casa de Wettin, una distinguida dinastía de monarcas, duques, condes y representantes sajones que dejaron su impronta durante más de 800 años. Contemplar este mural es desvelar un testamento de la nutrida historia y del linaje de la región. Lo más destacado de Fürstenzug es que ha ido venciendo con asombroso temple las adversidades. Es un milagro que sobreviviera el bombardeo que asoló a la ciudad y que, por ende, preserve su legado histórico y su valor artístico.
Brandenburg an der Havel
No debes dejar de visitar esta ciudad si te sobra tiempo en tu visita a Berlín, ya que está a solo una hora en tren de la capital. También se puede llegar en coche, aunque te llevará hora y media.
Brandenburgo es uno de los 16 estados federales de Alemania y uno de sus cinco Bundesländer (federaciones) repartidos por el territorio que fue en su día parte de la República Democrática de Alemania. Si te decides a visitar esta población cerca de Berlín, te aconsejamos que incluyas en tu visita la catedral de San Pablo y San Juan, y la Altstadt o casco antiguo.
La catedral de San Pedro y San Pablo se construyó en 1165 y es uno de los tesoros menos conocidos de Alemania. Se encuentra a orillas de las tranquilas aguas del río Havel y del precioso lago Beetz, en una zona pintoresca conocida como Dominsel, o isla de la Catedral. La fundó el rey Otto I en 948 como el primer ladrillo expuesto en la provincia y es una joya arquitectónica.
Entre las estrechas callejuelas del casco antiguo (Altstadt) sobresale majestuosamente el antiguo Ayuntamiento de Brandenburgo. Construido a finales del siglo XV, este edificio de ladrillos rojos fue el epicentro de la vida administrativa de la ciudad hasta 1715. Sobresale claramente del resto de los edificios de la ciudad por su característica torre que parece querer tocar el cielo. Además, el edificio tiene una fachada decorada con escudos de linajes familiares que te transportarán a otra época.
En la actualidad, el edificio principal se ha transformado en un restaurante que fusiona historia y gastronomía para que puedas probar algunos de los platos regionales tradicionales.
La cordillera Harz
El Parque Nacional Harz es uno de los lugares que ver cerca de Berlín, ya que queda a tan solo dos horas en coche. Ocupa ahora la extensión de dos parques fusionados: Hochharz, por un lado, y Harz. Es un paraíso de belleza natural exuberante, con cerca de 25 000 hectáreas.
Este parque que ocupa múltiples estados cuenta con una diversidad de ecosistemas, que van desde frondosos bosques y espectaculares acantilados a tranquilos pantanales. Tiene también zonas de alta montaña como el pico Brocken, de 1141 metros, con unas vistas únicas de Alemania.
Harz permite que los hábitats protegidos sigan su curso natural y apoya los procesos vitales sin intervención humana. Proyectos de investigación y recuperación, como la repoblación exclusiva del lince, refuerzan este compromiso con su preservación. El parque quiere acercar su bella naturaleza al público a través de una amplia serie de eventos celebrados a lo largo del año.
Cerca de la cordillera Harz, está una localidad próxima a Berlín que deberías visitar. Se llama Aschersleben. Es un pueblo como sacado de un cuento de hadas, donde la historia se entremezcla con la naturaleza en un entorno idílico. Este pueblo data del 753 y encierra una fascinante historia que cubre varios siglos. Bautizada así en honor de la dinastía sajona de la Casa de Ascania, el pueblo fue la capital del principado de Anhalt-Aschersleben de 1252 a 1315, antes de pasar a manos del obispado de Halberstadt. Posteriormente, tras firmar el Tratado de paz de Westphalia en 1648, se incorporó al principado de Halberstadt y, en 1815, formó parte de la provincia de Sajonia en Prusia.
Esta localidad goza de una rica cultura, reflejo de la gran diversidad de estilos arquitectónicos de sus edificios. En el casco antiguo, el Grauer Hof es una demostración de arquitectura románica, mientras que la iglesia de San Esteban representa la elegancia gótica. Por último, el renacimiento se palpa en el ayuntamiento de la ciudad y en la casa Krukmannsches Haus.
Un anillo que rodea el casco antiguo muestra edificios neoclásicos y de estilo Jugendstil (art nouveau) , como Heckner-Bauten, que convive con otros edificios de la era comunista.
Aunque es raro encontrar edificios con vigas de madera en la antigua Aschersleben, algunos los incorporan en las plantas superiores. Su ausencia se achaca a la disponibilidad de piedra de calidad, a la falta de bosques cercanos y a los incendios antes del siglo XVI. Es un final perfecto a cualquier visita a la cordillera Harz y donde catar algunos de los platos regionales tradicionales.