Pocas construcciones resultan ser grandiosas tanto por dentro como por fuera, y la Catedral de Milán es una de ellas. Tanto la fachada gótica, el glorioso interior, como así también el tejado, constituyen una verdadera obra de arte. Este impresionante edificio mide 108,5 metros de altura y está totalmente construido principalmente por mármol de Candoglia.
El inicio de su construcción se remonta al año 1386, cuando se colocó la primera piedra bajo la dirección del arzobispo Antonio da Saluzzo. Durante los siguientes años, la construcción se detuvo varias veces debido a la falta de fondos y conflictos políticos que se desarrollaron. Aún así, se llegó a terminar, siendo Napoleón Bonaparte uno de los contribuyentes a su finalización en el siglo XIX, aunque los últimos detalles no se completaron hasta 1965.
La catedral de la ciudad milanesa es conocida por ser una de las catedrales góticas más grande y famosas del mundo, aunque también tiene influencias renacentistas en algunas partes.